En la provincia de Murcia, la experiencia revolucionaria más importante se desarrolló en el pueblo de Alguazas. En la noche del 6 de octubre de 1934, los insurrectos tomaron por la fuerza el Ayuntamiento, las centrales de Teléfonos y Telégrafos y arrestaron a punta de pistola a las autoridades civiles y eclesiásticas del municipio. Después, los revolucionarios proclamaron la República Socialista e izaron la bandera roja en el balcón del Consistorio. Al día siguiente, el gobernador civil, Carlos Rodríguez Soriano, envió cuarenta miembros de la Benemérita para sofocar el levantamiento. Los sublevados recibieron a tiros a los agentes. La Guardia Civil cercó el Ayuntamiento y el teniente Cifuentes lanzó un llamamiento a los amotinados, en posesión de rehenes, para evitar un baño de sangre. Tras un tiroteo de una hora, los rebeldes se rindieron, con la mediación del párroco de Alguazas y del secretario del Ayuntamiento, ante la imposibilidad de continuar con la resistencia armada. Las fuerzas de seguridad detuvieron a los revolucionarios, interceptaron su almacén de armas y las autoridades militares ordenaron su ingreso en prisión. Los enfrentamientos dejaron varios agentes heridos. Los policías restablecieron el orden y colocaron de nuevo la bandera española republicana en el balcón consistorial, informó el diario 'La Verdad'.
La huelga general se extendió a Murcia, Cartagena, Lorca, Cieza, Alcantarilla y Abanilla. En la capital provincial, los principales incidentes consistieron en el incendio de la casa del párroco de la pedanía de Puente Tocinos, la paralización de las líneas de autobuses de La Alberca y Alcantarilla, el paro obrero en dos fábricas del barrio de El Carmen, algunos comercios del centro y en la estación de tren. La rápida intervención de los agentes del orden impidieron mayores desórdenes. En Cartagena, los obreros secundaron la huelga general en toda la ciudad. Los huelguistas impidieron la apertura de las fábricas y los comercios y el funcionamiento de los servicios de transporte público. En Lorca, las fuerzas de seguridad evitaron la propagación de la huelga con la retirada de los pasquines callejeros de incitación a la huelga. El paro no fue masivo y afectó sobre todo a los sectores de la alpargatería, el maderero y la construcción. En Cieza, el alcalde rechazó la exigencia de los huelguistas para el traspaso del poder político. La Guardia de Asalto detuvo al Comité Revolucionario y restableció la calma social. En Alcantarilla, los obreros secundaron mayoritariamente la huelga y fueron despedidos por sus patronos. En Abanilla, miembros de la Casa del Pueblo tirotearon al empresario José Martínez Cascales en la entrada de su casa y los huelguistas atacaron el cuartel de la Guardia Civil sin éxito, señala el diario 'El Tiempo'.
La Revolución de Octubre de 1934 provocó más de un millar de muertos y heridos; la crisis política, con la dimisión de los ministros de Estado, Ricardo Samper (P. Republicano Radical), y Guerra, Diego Hidalgo (P. Republicano Radicla), por su falta de previsión ante el movimiento subversivo; el encarcelamiento de los líderes políticos implicados (Largo Caballero) y el exilio de otros (Indalecio Prieto); el adelanto de las elecciones generales, tras la salida del Gobierno de la CEDA, y el decreto de disolución de las Cortes; el empeoramiento de la convivencia social, la radicalización de la sociedad hacia posturas extremistas fuera de la legalidad (fascismo y comunismo) y el inicio del clima de guerra civil en España entre la izquierda y la derecha, con enfrentamientos sangrientos en las calles.
Antonio Gómez-Guillamón Buendía
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