Por Víctor Alba
Del Octubre asturiano se ha escrito mucho y por todas las tendencias. Aquí, como ya se indicó, sólo se hablará del papel de la Alianza. Este papel lo reconocieron todos, menos los anarquistas de fuera de Asturias, que en su literatura se refirieron más bien al pacto CNT-UGT que a la Alianza, cosa en la que persistieron hasta treinta años más tarde. La función de la Alianza fue doble. Por un lado, insurreccional y, por el otro, administrativo, de poder. El 4 de octubre, a medianoche, un delegado de la UGT visitó al delegado de la CNT en el Comité de la Alianza Obrera de Gijón y le comunicó que al día siguiente, por orden de Madrid (es decir, de la UGT-PSOE) comenzaría un movimiento huelguístico en toda España, Las órdenes no eran de insurrección, sino de huelga1. En un informe confidencial cenetista sobre los hechos de octubre, escrito poco después de ellos, se decía a este respecto2:
«Cuando hay mala fe en uno de los partidos "pactantes", lo que había sido formalizado en documentos escritos suele perder todo valor. Los socialistas querían absorber a los demás aliados con la revolución y utilizaba el Frente Unido y precipitarlos al abismo que liquidaría todos sus esfuerzos. Dos días antes del primer estallido, los comunistas clamaban desesperadamente desde su diario porque, aunque incluídos en el Frente Unido, no sabían nada de lo que planeaban los socialistas y exigían se les dijera dónde les iba a mandar. Los compañeros de Asturias que formaban la Alianza no supieron absolutamente nade de cuándo iba a declararse la revolución (según aseguró un compañero asturiano que tomó la palabra en el Comité Revolucionario de Oviedo el 13 de octubre) hasta dos horas antes de entrar en acción."
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«Cuando hay mala fe en uno de los partidos "pactantes", lo que había sido formalizado en documentos escritos suele perder todo valor. Los socialistas querían absorber a los demás aliados con la revolución y utilizaba el Frente Unido y precipitarlos al abismo que liquidaría todos sus esfuerzos. Dos días antes del primer estallido, los comunistas clamaban desesperadamente desde su diario porque, aunque incluídos en el Frente Unido, no sabían nada de lo que planeaban los socialistas y exigían se les dijera dónde les iba a mandar. Los compañeros de Asturias que formaban la Alianza no supieron absolutamente nade de cuándo iba a declararse la revolución (según aseguró un compañero asturiano que tomó la palabra en el Comité Revolucionario de Oviedo el 13 de octubre) hasta dos horas antes de entrar en acción."
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