Septiembre 1934
Al cerrarse el mes de septiembre, cuatro días antes del estallido de la Revolución, tratando de hacer un balance con los elementos con los que se contaba en aquellos días, y no a partir de la perspectiva que proporciona el paso de los años (acumulando nuevas informaciones y suministrando nuevas experiencias), podría hacerse un balance sobre las posibilidades de éxito de un movimiento revolucionario:
1) No existe una “crisis revolucionaria” en el sentido en que no hay un vacío de poder. No hay una profunda descomposición del gobierno aunada a incapacidad para mantener las riendas del estado. Es más, incluso podríamos decir que el desgaste que ha sufrido a lo largo de un año, no es excesivo, y que se ha compactado en los choques contra el movimiento obrero. Las contradicciones entre las diferentes facciones parlamentarias que componen la mayoría gubernamental (agrarios, cedistas, radicales) han pasado a un segundo plano ante su proyecto ofensivo contra las organizaciones de la clase trabajadora. El gobierno no está aislado, tiene una base social real en amplios sectores de la clase media católica. Existe sin embargo una enorme polarización entre las clases sociales que ha condenado a la inoperancia a los sectores intermedios (republicano-liberales).
2) El aparato represivo-militar se encuentra casi intacto. La primera línea: Guardia Civil – Guardia de Asalto se ha fogueado en su pequeña “guerra civil” cotidiana. Se han aislado del pueblo creando un mar de odio como frontera. El ejército no ha sido apenas afectado por la propaganda revolucionaria. Aún es pronto para que repercuta sobre los reclutas la experiencia represiva sufrida en sus pueblos y ciudades, por sus padres y sus hermanos (en particular la huelga campesina de junio). No han intervenido en los choques, han permanecido aislados. Las relaciones de la revolución con el ejército no han pasado de ser un soplo en el oído de los mandos medios, y no un asalto propagandístico a los cuarteles. Puede ser que este ejército sea endeble desde el punto de vista represivo, soldados indecisos, mandos mediocres; pero cuenta con la reserva de los oficiales y las fuerzas de África, los profesionales de la guerra.
3) La clase trabajadora no se encuentra unificada. La Alianza Obrera ha fracasado como proyecto. Con la excepción de Asturias, no se ha logrado unificar todas las fuerzas obreras en ninguna otra parte de España. Incluso, las Alianzas, donde integran al PSOE-UGT junto con fuerzas minoritarias: BOC, IC, Sindicalistas escindidos de la CNT, no son verdaderos aparatos de coordinación. No se han consolidado como tales. La insurrección sigue dependiendo a escala nacional del Partido Socialista marginando a la CNT y al PC.
4) Dentro del PSOE reina la ambigüedad. El ala izquierda no rompe definitivamente lazos con la posición intermedia de Prieto (utilizar la revolución como un instrumento de presión en el rejuego político parlamentario de la democracia burguesa). A pesar de que se habla claramente de revolución social, por ahí se oyen voces de huelga general limitada. No se han quemado las naves. Los cuadros no están claros, dudan. Y las bases recogen este ambiente de duda, porque emana de la estructura del Partido. Esta ambigüedad insurreccional mella el filo del socialismo español, lo debilita. Y debilita su credibilidad ante la CNT, que justifica en ella su sectarismo (nuevamente habría que hacer la excepción de Asturias).
5) Ante las grandes masas de muchas regiones de España, el proyecto revolucionario no tiene credibilidad o no tiene una imagen clara. En los sectores influidos por el anarco-sindicalismo, se piensa que los socialistas no se lanzarán, que están jugando con la burguesía al escondite. En muchas provincias no está claro el objeto de la revolución: ¿Detener al fascismo?, ¿Salvar la República?, ¿Hacer la Revolución Social? El contenido del programa de octubre no es explícito, evidente. El propio aparato socialista no lo ha definido. Por ahí anda danzando el programa elaborado por Prieto, pero no tiene carácter oficial, más bien parece parte de toda esa verborrea contradictoria que se ha lanzado como cortina de humo.
6) Si bien el movimiento obrero se ha movilizado, ha calentado el suelo bajo sus pies y ha fortalecido su organización, en el campo reina la desorganización y el caos. La derrota de la huelga de junio, la ausencia de una posterior agitación revolucionaria, mantienen a los trabajadores agrícolas a la defensiva. Orgánicamente la FNTT (Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra-UGT) ha quedado seriamente dañada. Si bien los millares de campesinos que combatieron en junio se han radicalizado, si bien la situación general es explosiva, el movimiento se encuentra en reflujo.
7) Se ha elegido como primer choque, un enfrentamiento militar, sin desarrollar una graduación de acciones que fueran incorporando cada vez a más trabajadores. La táctica dominante en el movimiento obrero ha sido la sostenida por Largo Caballero y el equipo madrileño del PSOE, que trataba de limitar las luchas parciales buscando no desgastar al movimiento en enfrentamientos inútiles contra el enemigo. Esto es confiar demasiado en los sectores organizados sindicalmente, y marginar a los miles de trabajadores no organizados y no sometidos a la disciplina, a los que había que ganar en la lucha.
8) No hay un proyecto insurreccional de tipo general. Se depende del éxito de Madrid para la futura coordinación de los sectores donde la insurrección haya triunfado. No se han creado planes específicos para impedir el acceso a la península del ejército de África. No hay coordinación entre las grandes regiones. Se han aprobado planes parciales. El mando militar, el llamado Comité Revolucionario, no tiene experiencia militar, ni siquiera una mínima experiencia conspirativa formada en la clandestinidad. No hay un análisis respecto a la respuesta europea al movimiento revolucionario. A pesar de que se ha hablado mucho del fascismo italo-germano, no se considera la posibilidad de una intervención en España.
9) Las armas son escasas, hay provincias donde el armamento se reduce a cien pistolas y un montón de viejas escopetas. La ofensiva de Salazar Alonso en septiembre ha logrado privar al movimiento de dos depósitos importantes. Exceptuando Madrid y Asturias, en ningún otro lugar de España hay fusiles suficientes para poder plantearse combates contra el ejército en condiciones de triunfo. Se depende por tanto del triunfo del golpe de mano, de la victoria sorpresiva en el asalto a los cuarteles.
10)Y la sorpresa no es tal, se acepta que la fecha la fije el enemigo, al proponer públicamente como momento insurreccional, el momento del ingreso de la CEDA en el gobierno.
Este es el estado físico del fantasma revolucionario que recorre España; en estas diez debilidades reside la posibilidad de su muerte. Pareciera como si la Revolución estuviera dependiendo para triunfar de un centenar de situaciones afortunadas que tendrían que darse en un breve espacio de tiempo, un día, unas horas. Parece que la Revolución tan anunciada, tan esperada, no logra librarse de los lastres que el PSOE ha heredado de su pasado. Parece que la Revolución hace diez meses acordada hubiera de ser decidida por otros.
Y sin embargo, millares de trabajadores esperan la orden, quieren la orden, permanecen ocupando sus horas de insomnio en la orden que vendrá.
¿Puede triunfar la Revolución con tantos obstáculos ante sí?
Si la insurrección triunfa en Madrid... Si los suboficiales se suman en algunos puntos de España... Si la base aérea de León... Si el ejército se desmorona ante la participación masiva de los trabajadores... Si la CNT se suma decididamente desde el primer momento... Si se crean algunos focos de poder sólidos en zonas de fuerte concentración industrial como Asturias y el País Vasco... Si se levantan los campesinos en una inmensa guerra de clases... Todo es posible. El que no lo crea, basta que se detenga un instante en la puerta de una de esas casas que albergan a las sociedades obreras, que observe fijamente las caras enfebrecidas, la fe que desborda, que inunda, que llena el aire.
Todo es posible. Pero es difícil, muy difícil. Mal momento para dudar.
Publicado en: Historia General de Asturias, tomo VII: Octubre 1934 (El ascenso); Paco Ignacio Taibo II. Editor Silverio Cañada. Gijón, 1978.
Digitalización: El cielu por asaltu.
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